La vida de Precious McCowan, candidata doctoral en comportamiento humano en Dallas, ha girado en torno a trasplantes de órganos durante la última década. Ha sobrevivido a dos trasplantes de riñón y, en medio de su enfermedad renal en fase terminal, murió su hijo de 2 años. Entonces decidió donar sus órganos con la esperanza de que salvaran una vida.
Ahora, su función renal está volviendo a fallar y enfrenta la posibilidad de un tercer trasplante. Pero el proceso para encontrar ese órgano salvador está plagado de problemas.
Aproximadamente 5,000 pacientes al año mueren mientras están en lista de espera, al mismo tiempo que órganos donados en perfecto estado acaban en la basura.
La agencia que supervisa las donaciones y los trasplantes está siendo investigada por el número de órganos que se desperdician. La Red Unida para el Intercambio de Órganos (UNOS, en inglés) recibió una reprimenda bipartidista en una reciente audiencia en el Congreso.
“Los pacientes, no estamos mirando eso”, dijo McCowan, refiriéndose a los debates políticos. “Estamos en plan: ‘Oye, necesito un riñón para mí. Lo necesito ahora. Estoy cansado de la diálisis. Siento que estoy a punto de morir’”.
El número de trasplantes de riñón aumentó el año pasado un 16% gracias a una nueva política aplicada por UNOS que da prioridad a los pacientes más enfermos frente a los que viven más cerca de un centro de trasplantes. Aun así, casi 100,000 personas están a la espera de riñones y aún más de otros órganos.
Una investigación de dos años de la Comisión de Finanzas del Senado descubrió numerosos incidentes que antes no se habían hecho públicos. Algunos ejemplos:
- Charleston, Carolina del Sur: En noviembre de 2018, un paciente murió tras recibir un órgano con el tipo de sangre equivocado.
- Las Vegas: En julio de 2017, dos receptores de riñón contrajeron una rara infección. Uno murió días después.
- Kettering, Ohio: En junio de 2020, un receptor de un trasplante fue informado de que había recibido accidentalmente un órgano de un donante con cáncer y que probablemente desarrollaría un cáncer.
UNOS ha tenido el contrato para gestionar la distribución de órganos desde el inicio del sistema nacional de trasplantes en 1984, y ahora los senadores estadounidenses —tanto demócratas como republicanos— se preguntan si ha llegado el momento de que otra entidad intervenga.
“El sistema de trasplantes de órganos se ha convertido en un peligroso caos”, dijo la senadora Elizabeth Warren (demócrata de Massachusetts) durante la audiencia del 3 de agosto. “Ahora mismo, UNOS tiene 15 veces más probabilidades de perder o dañar un órgano en tránsito que una compañía aérea de perder o dañar tu equipaje. Es un récord bastante terrible”.
La investigación culpa a la tecnología vetusta. El sistema informático de UNOS ha estado dejando de funcionar por una hora o más, retrasando la búsqueda de órganos compatibles cuando cada hora cuenta. Tampoco hay una forma estándar de rastrear un órgano, a pesar de que empresas como Amazon pueden localizar cualquier paquete, en cualquier lugar y en cualquier momento.
“Ni siquiera puedo conseguir un riñón que esté a 20 millas de mi centro de trasplantes, si UNOS cree que está en Miami”, dijo Barry Friedman, director ejecutivo del centro de trasplantes de AdventHealth en Orlando, Florida. “En realidad estaba en Orlando, a 20 millas de distancia”.
En la década de 2010 a 2020, el informe del Congreso encontró que UNOS recibió 53 quejas sobre el transporte, incluidos numerosos vuelos perdidos que condujeron a trasplantes cancelados y órganos desechados.
El informe también citó una investigación de KHN de 2020 que descubrió muchos más incidentes: casi 170 fallas en el transporte de 2014 a 2019. Incluso cuando los órganos llegan, los cirujanos de trasplantes dicen que la falta de seguimiento conduce a períodos más largos de “tiempo frío” —cuando los órganos están en tránsito sin circulación sanguínea— porque los cirujanos de trasplantes a menudo no pueden comenzar a anestesiar a un paciente hasta que el órgano esté físicamente a mano.
Según los últimos datos de UNOS, uno de cada cuatro riñones potenciales se desperdicia. Y esa cifra ha empeorado a medida que los órganos viajan más lejos para llegar a los pacientes más enfermos bajo la nueva política de asignación.
En la Universidad de Alabama-Birmingham, un riñón llegó congelado e inservible en 2014, dijo la doctora Jayme Locke, que dirige el programa de trasplantes. En 2017, un paquete llegó “aplastado” con aparentes marcas de neumáticos (aunque, notablemente, el órgano fue rescatado).
Y en una semana en mayo de este año, dijo Locke, cuatro riñones tuvieron que ser desechados por errores evitables en el transporte y la manipulación.
“La falta de transparencia de UNOS hace que no tengamos ni idea de la frecuencia con la que se producen errores básicos en todo el país”, dijo.
El director general de UNOS, Brian Shepard, ha anunciado que dejará su cargo a finales de septiembre. Defiende el desempeño de la organización que ha dirigido durante una década, señalando que se ha registrado un aumento de la tasa de trasplantes.
La nueva política de asignación de riñones, que fue desafiada en los tribunales, es en parte responsable de ese aumento de la tasa de trasplantes. La política también ha contribuido a mejorar la equidad, al aumentar los trasplantes de pacientes de raza negra en un 23%. Estos pacientes, más propensos a sufrir insuficiencia renal, han tenido dificultades para entrar en las listas de trasplantes.
“Aunque hay cosas que podemos mejorar, y lo hacemos cada día, creo que es una organización fuerte que ha prestado un buen servicio a los pacientes”, dijo Shepard.
Otro informe gubernamental independiente, publicado este año, concluye que la culpa debe repartirse entre los centros de trasplante de los hospitales y las organizaciones locales que obtienen los órganos de los donantes.
Las tres entidades trabajan juntas, pero tienden a culparse las unas a las otras cuando la gente empieza a preguntarse por qué siguen muriendo tantos pacientes en la espera de órganos.
“[UNOS] no es la única causa de los problemas de eficacia del sistema”, afirma Renée Landers, profesora de Derecho que dirige la concentración biomédica de la Universidad de Suffolk, en Boston. Landers formó parte del comité que ayudó a elaborar el informe más amplio. “Todo el mundo tenía trabajo por hacer”.
Los recientes informes de vigilancia, así como varias batallas legales en curso sobre los mapas de distribución de órganos revisados, son solo ruido para McCowan, la paciente de trasplante de Dallas, mientras enfrenta la posibilidad de intentar entrar en otra lista de espera.
Dice que la anima el aumento de la tasa de trasplantes, especialmente para los pacientes negros como ella, pero también teme no tener tanta suerte con una tercera ronda en la lista de espera.
“Sólo necesito un riñón que me sirva”, dijo. “Y lo necesito ahora”.
Este reportaje forma parte de una colaboración que incluye a Nashville Public Radio, NPR y KHN.
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